miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA TORMENTA

Recuerda que es tu trabajo imaginar...




1

En medio del fuego cruzado se sentía nuestro protagonista, Patini, había visto a esa cosa caer desde el cielo y el agua se había vuelto loca por un instante, nunca había visto algo parecido, después de que intentó nada hacia él, algo salió del agua y lo tomó por el cuello y lo hundió, sólo salían burbujas de agua y de pronto nada, todo se calmó, fue cuando nació de su mente la idea que él estaba en el lugar equivocado y miraba al revés, la vida no estaba en la superficie, si no que el fondo del mar estaba completamente lleno de vida, pero cómo poder entrar en ese mundo, su pequeña cabeza daba vueltas cuando el mar comenzó a agitarse nuevamente, de donde estaba aquélla cosa comenzó a hervir y a salir un vapor azul intenso, la marea se hizo más  y más fuerte, tanto que el mismo barco comenzaba a agitarse y a entrar agua por la borda, se hundiría si no se alejaba, hizo todo lo que tenía que hacer, unos pocos segundos después, el agua se rompió y una burbuja inmensa dio paso a lo siguiente, una enorme estela negra se levantaba del mar con todo y su vapor, un ser de lo más extraño con ojos blancos se levantaba del mar y crecía y crecía, era un monstruo, algo horrible, Patini recibió el golpe y se cogió de donde pudo y entonces un golpe lleno de líquido vital lo dejó noqueado.


2

Una vez que la cucaracha había muerto, el universo se fusionó y algo extraordinario pasó, el dios que lo cuidaba despertó y  pasó lo que se conoce como la influencia de Ümi, un poder sobrenatural se cierne sobre ellos, un virus que se aloja en todo aquél que crea en este dios, y fue entonces que la cucaracha dejó de ser cucaracha y se hizo un dios pequeño, aunque de poco tamaño con grandes ideas, no podía permitirse ahora, ya que el virus había crecido sobre él, los pobres infelices que estaban en el fondo del mar, aquélla cosa pequeña que no lo quiso ayudar, ahora pagarían las consecuencias, morirían todos, sus movimientos eran torpes, pero sentía un gran poder correr por su cuerpo, Ümi lo había tocado, su glorioso Dios lo había tocado y dado el don de la venganza, dentro de ese pequeño espacio había un problema que él nunca sospechó, su Dios ahí no era nada.



3

La influencia de Ümi no era nada en este lugar y los habitantes de este pequeño mundo paralelo no deseaban dioses falsos, y muchos menos cuando el mismo Dios de ellos estaba sólo, allá arriba en la superficie y sin protección.


4

La cucaracha estiró su pata para dar un golpe certero, sólo necesitaba uno y aplastaría esa pequeña barca, pronto se hundiría y buscaría a aquél que le había partido el cuerpo y le regresaría aquel acto, ¡FUM!, la pata ya corría por el viento, de pronto...


5

El ser más poderoso de aquel reino se despertó, un aniquilador, el protector del mundo, era un óctopus, tenía el cuerpo lleno de tentáculos y defendió a su Dios, el Dios que dormía en aquella pequeña barca y que ahora se perdía de todo aquél espectáculo, una guerra titánica llena de muerte y de truenos, todo el mundo estaba a oscuras, Ümi no tenía poder aquí, ni influencia, aún así la cucaracha era más poderosa que el aniquilador y los cantos mortales, hadas de la muerte salieron e intentaron sacarle los ojos, pero sólo lo picotearon, más al fondo los demás lo atrapaban, la cucaracha no lo entendía, pero no era recibido en este plano, no era un ser digno de él y mucho menos con sus creencias. No eso era imperdonable aquí y sería castigado, aunque esto costara la muerte de muchos, no importaba, lo más importante era que su Pequeño de la barca sobreviviera.
La guerra era incasable y no podían contra la cucaracha, sólo podrían hacer algo, algo que nunca habían intentado,  el aniquilador clavó sus ventosas filosas en lo que podría ser el cuello de la cucaracha y le arrastró hacia arriba, lo regresó a su mundo, era lo que ella quería, salir de ahí, pero quería hacer su venganza, no lo lograría, la subida fue peligrosa para el mismo aniquilador, pero no tardó mucho en mirar en agujero, era como un agujero negro, estaba seguro que lo llevaría de regreso a su hogar. Cuando el aniquilador puso a la cucaracha ahí, él perdió unas cuantas ventosas y se dejó caer lacerado del dolor, se desangraba, pero cuando tocara el mar, el mar , su Dios, ahí estaba, él mismo terminaría matándolo, no, no podía hacerlo. La mente del aniquilador pensó.
-Esto es todo, si mato a mi Dios, seré el peor de  todo este universo. No, tengo fe y él me dará la vida nuevamente... Mis seres amados...
Fue cuando el aniquilador, pasó de ser un destructor a un dador de vida y ahora se desintegraba, el dolor se iba y un sueño, un cansancio inmenso, imperativo lo dominaba, se sentía tan bien la muerte, era como estar desasiéndote y como si la brisa te tocara la cara y eso había sido todo, el aniquilador se había sacrificado ante su Dios, y se había vuelto una enorme y hermosa...

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